"El árbol tarda 100 años en crecer. Hay que hacer muebles que duren al menos esos 100 años", le oyó decir Morito Ebine a uno de sus maestros, cuando estudiaba carpintería en Japón. Radicado en Brasil desde 1995, Morito se ha convertido en una referencia
en el diseño de muebles brasileños. De su taller, emplazado en las montañas de Santo Antônio do Pinhal, en el interior de São Paulo, salen muebles únicos, siempre de madera maciza y sin clavos ni tornillos. El milenario arte nipón de la ebanistería es uno de los muchos elementos diferenciales que Morito trajo a Brasil y que ahora, como profesor, transmite a sus aprendices. Casa Alma conoció a Morito a través de Daniel Castelli, un gran amigo, también artesano de la madera. Fue él quien, al saber que Casa Alma procuraba desde hacía muchos años la "silla adecuada" para su mesa de comedor, se acordó del maestro japonés y de que, además de su aprecio por el diseño, ambos tenían dos pasiones en común: la madera y el tiempo.
CA - Morito, cuéntanos un poco tu historia en la carpintería.
ME – De niño me gustaba hacer trabajos manuales. Mi madre comenta que antes de que consiguiera sentarme o caminar, ya usaba las tijeras para jugar recortando papel. En una carpintería que había cerca de casa conseguía recortes de madera para jugar. Entré en la Universidad Politécnica para estudiar diseño de muebles y carpintería. Antes de terminar los 4 años del curso, empecé a trabajar en un taller de carpintería de muebles macizos. A los tres años de trabajar en esta carpintería, abrí mi propio taller. Unos años después, me casé con una brasileña, Elisa, y me trasladé a Brasil.
CA – ¿Qué relación mantiene tu carpintería con la naturaleza y la materia prima utilizada en la producción de los muebles?
ME – En Japón trabajé durante un tiempo con jardinería y aprendí a mirar los árboles y a cortar sus ramas sin dañarlas. También me gustaba caminar por las montañas y me acostumbré a observar la forma de los árboles. Como la materia prima de los muebles de madera procede de los árboles, estas imágenes siempre me vienen a la cabeza. Nuestro taller está cerca de la naturaleza, en la Sierra de la Mantiqueira.Empleamos estufas de leña, pero sólo la alimentamos con los pequeños recortes que no se pueden utilizar y con las ramas que caen de los árboles. El serrín que sale del taller se lo damos a un amigo que cría caballos. Él nos trae abono (estiércol con serrín), para nuestra huerta. Claro que es más fácil hacer este ciclo fuera de la ciudad.
CA - ¿Cómo surgió la colaboración entre su Atelier y Casa Alma?
ME - Creo que Edgar conoció nuestro trabajo a través de un amigo, que también es carpintero y vive en el Sur, en Canela, Daniel Castelli, de “Monã Hospedaria”. Hace unos cuatro años, abrimos una cuenta personal del Taller en la red social Instagram, donde mostramos un poco de los bastidores de nuestra producción, la rutina de los talleres, la familia, etc. Creo recordar que el primer contacto que Casa Alma nos hizo fue a través de esa red social.
CA - ¿Puede comentarnos como fue el proceso de creación, producción y desarrollo de la silla elegida para Casa Alma, desde el origen de la materia prima hasta la finalización del mueble?
ME - Originalmente, creamos la silla Weg en sociedad con mi amiga Julia Krantz, basada en la silla del danés Hans Wegner. El diseño de la continuación del brazo y el respaldo es el mismo, pero la forma de conectar las partes es diferente. En la nuestra, la juntura está reforzada porque una parte del pie trasero pasa por el medio de la articulación del brazo y el respaldo, como una cerradura. La estructura de nuestra silla difiere bastante de la de Wegner. En nuestra silla, las cuatro patas están unidas directamente al asiento de madera maciza. En la de él, las patas están conectadas al travesaño y no directamente al asiento, como en las nuestras. Eso lo cambia todo, porque nuestra silla fue diseñada para usar un asiento de madera, mientras que en la de Wegner puede ser de paja o de cojín. Las sillas de Casa Alma son del modelo "Weg 2". Los principales cambios son la elevación del brazo, el ángulo de la pata delantera y el perfil de corte del asiento, para mejorar el confort. El acabado es a base de aceites vegetales, como el de linaza y el de tung.
CA – En su opinión, ¿qué tiene esta silla, para que sea la más adecuada para Casa Alma?
ME - Busco que las sillas aporten mayor confort, tanto físico como visual. Creo que cada individuo tiene su propia personalidad, por eso pienso que el mirar muebles idénticos puede proporcionar sensaciones diferentes. Aun así, espero que a la gente les guste nuestros muebles. Estoy muy agradecido por ello y por la elección de Edgar.
CA - ¿Qué diría que tienen en común el Taller Morito Ebine y Casa Alma?
ME - El aprecio que tenemos por el lapidado o perfeccionamiento que sólo el tiempo nos puede dar, nuestra dedicación para realizar un trabajo bonito, bien hecho, con presencia y alma. Siento que, con nuestro trabajo, ambos tratamos de proporcionar alegría a las personas para que puedan vivir experiencias únicas, de esas que se guardan para siempre como un buen recuerdo.